Por: Diana Marcela Rivera P.
Es gracioso y a la vez un tanto extraño, ver como una gran cantidad de personas alrededor del mundo se aferran a la idea de que el día 21 de Diciembre de 2012 será el fin de la Civilización, la Destrucción del planeta Tierra o El Apocalipsis, fundamentadas en las predicciones mayas, diversos libros y películas de ciencia ficción sobre catástrofes naturales, como 2012, que han logrado influenciarlas fuertemente y penetrar en todos los aspectos de sus vidas, hasta el punto de cambiar sus hábitos alimenticios (preparándose para sobrevivir), abandonar sus trabajos o estudios, modificar sus personalidades y perspectiva sobre lo que las rodea.
Determinar una fecha tan específicamente y con tal seguridad, es sin duda un error, pero la destrucción y el deterioro gradual del planeta como consecuencia de nuestra ambición, egoísmo y falta de conciencia, es actualmente una realidad, un hecho inminente. La capa de ozono se está debilitando, la tierra es cada vez menos fértil o apta para el cultivo, las especies animales y vegetales se están extinguiendo, la infinidad de recursos que pensábamos que serían eternos se están acabando; parece ser que necesitamos sufrir en carne propia las consecuencias de nuestros actos, para percatarnos de algo que es tan evidente; estamos encerrados en un mundo producto de la imaginación, es como si estuviéramos dentro de una burbuja en donde nada nos puede pasar o afectar, pero se puede seguir haciendo todo lo que se desee, irresponsablemente; nos negamos a aceptar nuestros errores y a detener la bomba de tiempo que se construye frente a nuestros ojos. Definitivamente, sólo cuando tengamos que respirar con máscaras de oxigeno, comprar un poco de agua a precios inimaginables y alimentarnos de aquello que posea nutrientes sin importar su sabor, intentaremos remediarlo, siendo entonces demasiado tarde.
El mundo poco a poco está asumiendo forzosamente los resultados de la explotación y la modificación de la naturaleza a lo largo de los años, y lo que se está produciendo en diversos países es posible que no se aleje mucho de las imágenes ficticias y desgarradoras que se realizan con efectos especiales, como lo es el caso de la catástrofe natural de grandes proporciones que se dio en Japón (Viernes, 11 de Marzo de 2011) un terremoto seguido de un tsunami y un desastre nuclear, así como las inundaciones generalizadas y los sismos a principios del año causados por el calentamiento global. Lamentablemente la tensión y el pánico se apoderan de las personas; ahora las grietas enormes, la oleada de terremotos, de tsunamis, los gritos, el llanto, la desesperación y la confusión no son sólo parte de la pantalla… el medio ambiente pasa su cuenta de cobro.